domingo, junio 20, 2010

Tortura Fecal

Tras enseñarte lo que, para mí y unos cuantos más, venía a ser un paraíso en la tierra, decidiste expulsarme de él. Fui tan confiado y servicial que te enseñé el camino para volver a él siempre que quisieses, y te presenté a líderes tribales que harían tu estancia más agradable. Me ocupé y preocupé de que todo allí fuese perfecto para ti, y supliqué a esos líderes que mirasen por ti y te ayudasen en cuanto te hiciera falta… Quién iba a pensar que tramabas el destierro más humillante de la historia.

Cierto es que el miedo y la ira me llevaron al lado oscuro, pero fui capaz de recuperarme, levantarme, y volver a hacer todo lo que debía hacer. Es más, conseguí llegar a un nivel de fuerza y nobleza que pocos caballeros han alcanzado a lo largo y ancho del Universo. Pero también me volví confiado, y tuve fe en la bondad de las personas, y ese fue mi gran error. Aprendí que no debía hacerlo hace ya muchos años estelares, pero dentro del paraíso…no pensaba que hubiese lugar para la injusticia, los complots, la humillación…

Uno de esos días en los que nos reunimos, como tantas veces hemos hecho a lo largo y ancho de la galaxia, me indicaste que me acercara. Los últimos tiempos eran buenos y, según tus propias palabras, las señales que la naturaleza enviaba apuntaban claramente hacia el buen camino, hacia la felicidad y la cordura, así que me acerqué a ti con el corazón latiendo alegremente y los brazos abiertos. Encontrándome a unos escasos dos metros de ti, el suelo cedió bajo mis pies y me ví dentro de una extraña urna gigantesca, sin otra salida que ese agujero por el que había caído, completamente inalcanzable para mí. Allí dentro el hedor era insoportable, había poca luz, y se intuían insectos y alimañas arrastrándose a mi alrededor. Se oyó un ruido intenso, similar al de cien ascensores que abrieran sus puertas automáticas al mismo tiempo, y en uno de los reflejos propiciado por la escasa luz que entraba en la urna, descubrí de donde procedía. Se habían abierto compuertas por todo el perímetro de la urna, tras las cuales, aparecían amenazadoras salidas de una especie de tuberías. ¿Qué vais a hacerme? ¿Todavía queréis hundirme más? No puedo estar más abatido, no sigáis adelante por favor…

Arriba, en la trampilla por la cuál había caído, se distinguían tres siluetas. No cabía duda, eran mi protegida, que decía adiós con la mano, y los dos líderes tribales que reían a mandíbula batiente. Con un nuevo ruido descubrí qué saldría por esos conductos, y no era ni gas ni agua… Era, literalmente, mierda. ¿Me queréis ahogar con mierda? ¿Es que no tenéis suficiente con lo que habéis hecho? ¿No podéis despreciarme y punto? ¿También tenéis que acabar conmigo con la más cruel de las humillaciones? La trampilla se cerró, pero las risas seguían oyéndose con total claridad. Esas risas estarán ya siempre allí, han quedado grabadas a fuego en mi maltrecho cerebro, y no me quedan fuerzas para expulsarlas. La mierda me va llegando a la altura de la cintura, y la vida sigue pasando ante mis ojos. Puede resultar demasiado subjetivo, pero para mí esto ha sido la demostración irrefutable de que Dios no existe. No existe ni Dios, ni el karma, ni Buda, ni absolutamente nada elevado. Somos unos animales despiadados y carroñeros, sin alma ni nada puro en nuestro interior, y no dudaremos en despellejar a la persona que más nos ha querido en toda nuestra vida, aunque ni siquiera tengamos motivos reales para hacerlo…

La urna sigue llenándose de mierda y yo ya me veo próximo al fin de mis días. Ahogado en mierda, en la mierda que han estado recolectando para mí esos supuestos amigos de ese paraíso que tan bien me recibió siempre. Ahora lo veo claro, están en su línea, se están comportando como han hecho otras veces, sólo que ahora soy yo la víctima, y cuando fueron otros no fui consciente… De los jefes podía llegar a esperarlo, pero de ella… Pero ha ocurrido porque ella ya no es ella. ¿Qué te han hecho? Yo voy a morir, pero aún así, lo siento por ti, mi protegida, lo siento por ti porque te han engañado, estafado, manipulado y cambiado, y tú ni siquiera te has dado cuenta… En la oscuridad y entre las riadas de mierda cubriéndome, se aprecia un sonido de cristal agrietándose. ¿Será mi vida que se escapa de ésta cárcel de cristal que es mi cuerpo? ¿Seré por fin libre en la inmensidad del Universo? No, son cristales agrietándose de verdad. La enorme urna ha cedido a mis pies y, tras caer unos metros arrastrado por un río de mierda, he aparecido en un nuevo mundo. Son unas tierras yermas, vacías… Un paisaje roto, en el que no se ve nada en muchas millas a la redonda. No se hacia donde dirigirme, ni con qué intención, pero no me queda más remedio que ponerme en marcha. El humillante olor a mierda que me impregna hace que todo sea más difícil, pero supongo que es algo con lo que tendré que aprender a vivir.

¿Volveré? No lo se, pero nunca olvidaré…por si acaso.